Los testimonios de padres, hijos, hermanos, cuñados y vecinos contradijeron el relato  sin juramento – que Robinson Pedro Sh. A. presentó ante un Tribunal de Garantías Penales de Napo.

El femicida  sentenciado a una pena de veintiséis años de privación de libertad  aseguró que: “encontré muerta a mi señora […], a mi hija le dije que haga despertar a su mamá, me dijo que no se mueve. La toqué y estaba fría, pedí auxilio, dije que se tomó veneno. Ese día no discutimos con ella”.

Frente a este relato, Fiscalía y la acusación particular no hicieron preguntas. No fueron necesarias. Los testimonios mostraron una historia de violencia sistemática que el agresor ejerció en su esposa y en su descendencia.

La sentencia se encuentra ejecutoriada. El autor del femicidio de Belcy Idalia A. dejó huérfanos a sus cinco hijos, el mayor de 11 y el menor de 5 años, que están a cargo de sus abuelos maternos.

La fiscal María Luisa Araujo, de la Unidad Especializada de Género del cantón Tena, precisó que los niños recibirán el bono para huérfanos del femicidio a partir de este fin de mes, según le informaron desde el Ministerio de Inclusión Económica y Social, pues el despacho de la investigadora de esta causa realiza un seguimiento de la situación de los cinco niños, tras el femicidio de su madre.

En la audiencia de juzgamiento, la fiscal María Araujo solicitó al Tribunal que disponga al Registro Civil, el cambio de nombre de uno de los niños, porque el infante no quiere que nada lo relacione con su padre. Al respecto, el Tribunal ofició a la Defensoría del Pueblo que cumpla y dé seguimiento al trámite.

En el fallo, los magistrados ordenaron a la Fiscalía de Napo que  para cumplir el derecho a la verdad haga conocer la sentencia, cuidando la intimidad de las víctimas.

Todas las violencias

Robinson Sh., en estado etílico, ejerció un círculo de violencia psicológica, física, sexual y patrimonial, que terminó el 12 de febrero de 2022 en femicidio.

En dieciocho años de matrimonio, propinó innumerables golpizas a la víctima, quien abandonó la casa varias ocasiones para refugiarse donde vecinos o familiares, estadías que duraban hasta un mes.

El miedo a separarse definitivamente hacía que volviera a su pesadilla. A su cuñada le contó que si lo hacía, Robinson iba a matar a su padre y madre. Además, la obligaba a embriagarse, dijo la mujer en su testimonio.

También, una de las vecinas testificó que, debido a la amenaza de matar a sus padres, ella decía «tengo que morir en manos de él».

El padre de la víctima (su única hija) relató que el agresor se llevó a su hija a sus 16 años. Como no había terminado de estudiar, la puso en educación a distancia, pero él le rompió los libros y todo lo concerniente. También fue agredido físicamente por el procesado, cuando reclamaba por los maltratos a su hija.

La madre de la víctima refirió que, el día de los hechos, Robinson le dijo a Belcy que le daría “oro, producto del lavado” y, como ella mantenía a sus cinco hijos con la siembra y venta de plátano y yuca, necesitaba el producto que el padre de los niños le ofrecía.

‘Yo también tenía que estar muerto, como mi mami’

Cada que Robinson Sh. llegaba en estado etílico a la casa, golpeaba salvajemente a la mujer y a uno de los niños. Por eso, el pequeño corría a la vivienda de sus abuelos, pues lo golpeaba con el mismo cable con el que agredía a su madre.

Y la madrugada en que el sentenciado cometió el femicidio, no fue la excepción. El niño vio a su padre en estado etílico y se fue de la casa. Al sigue ente día se enteró de los hechos, porque llamaron a su abuela a decirle que su hija «tomó veneno».

Montó su bicicleta y fue hasta la casa para encontrar a su madre muerta, con la cara ensangrentada e irreconocible, en medio de otros fluidos corporales. Sus hermanos le contaron todo lo que vieron. “Yo también tenía que estar muerto, como mi mami”, dijo el pequeño a la psicóloga durante el testimonio anticipado, que fue reproducido en la audiencia de juzgamiento.

Los testimonios anticipados de dos hermanos pequeños, también reproducidos ante el Tribunal, relataron la crudeza y saña con la que el padre mató a golpes a la madre, incluso vieron cuando se hizo sus necesidades biológicas mientras recibía los golpes. Dijeron también que su padre mintió diciendo que su mamita tomó veneno. “No quiero que él vuelva”, expresó uno de los infantes.

La autopsia médico-legal, descrita por el perito en audiencia, concluyó con palabras técnicas que Robinson golpeó en la cabeza a su esposa hasta matarla, previamente le destrozó el rostro.

Alcoholismo

Robinson agredía a su esposa y a sus hijos cuando estaba en estado etílico, además todos sus ingresos económicos se iban en alcohol, por lo que la carga de la manutención caía sobre la víctima y sus padres, que la apoyaban.

La madre del sentenciado refirió al Tribunal que, en una ocasión, atacó a su propio padre con un cuchillo: “mi hijo es violento cuando bebe”, dijo. Historias similares fueron relatadas por vecinos y otros familiares.

Finalmente, el experto que practicó la pericia de antropología cultural relacionado con la violencia de género, dijo que el sentenciado se autodefine como integrante de la cultura kichwua de la parroquia de Ahuano. La información que levantó en dicho lugar concluye que «es una cultura machista, pero tiene formas de control y de orden que no fueron cumplidas por Robinson”.

Información jurídica

La pena privativa de libertad, en este caso de femicidio, fue agravada, conforme el artículo 142 del COIP. Además, como reparación integral se dispuso el pago se 10.000 dolares a favor de las víctimas.